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EJERCICIO ADICTOS A LA ESCRITURA DICIEMBRE

Hola a tod@s. Se acercan unas fechas muy entrañables y familiares. Hoy quiero compartir un ejercicio del grupo de adictos, hacía mucho que no escribía para el grupo, y me hace mucha ilusión tener estos ejercicios de nuevo.
Esta vez y para acompañar las fiestas el reto era :El tic navideño y se trata de escribir un relato donde el personaje tenga algunas manías en estas fechas. No sé si lo he conseguido, pero me ha gustado mucho escribirlo. Para los que no me conozcan mucho, todos mis relatos tienen un tinte romanticón que me encanta.


FLOR DE NAVIDAD


La dichosa planta ya estaba comprada. Era una de mis múltiples manías en Navidad. Odiaba ver como la preciosa planta se marchitaba día a día, para acabar sucumbiendo. Ya podía hacer lo que quisiera, que al final siempre acababa igual. Así que ahora salía de la tienda con el tiesto y hablando con las preciosas hojas rojas. Esa Navidad me iba a durar hasta reyes.
Con esa determinación salí de la tienda, con tan mala fortuna de chocar con alguien que entraba a toda velocidad. Por un momento pensé que mi planta y yo íbamos a caer al suelo sin remedio, pero noté como unas tenazas de hierro se adherían a mi brazo evitando la infortunada caída.
—Perdona. ¿Estás bien? –cuando recuperé el equilibrio miré hacia aquella voz y me quedé anclada en una mirada tan verde y cristalina que casi me caigo de nuevo.
—Sí. Gracias. Perdóname tú, no te he visto –el hombre sonrió. Por Dios, además de tener una mirada que envolvía, su sonrisa era demoledora.
—No me extraña, el celofán que lleva la planta te impide ver por donde caminas –sonreí también. Ahora me daba cuenta del enorme envoltorio que le habían puesto sin darme cuenta.
—Esta planta es mi reto de Navidad –al encontrarse con el ceño fruncido de ese perfecto adonis, decidió aclararlo—. Siempre se me muere antes de que terminen las fiestas y este año me he propuesto que sobreviva hasta después de reyes.
—Vaya, es un reto peculiar el tuyo. No sé, la gente piensa en aprender inglés, adelgazar, irse a algún sitio y tú piensas en la planta.
—Es el único ser vivo que me acompañará en el día a día –el hombre ahogó una exclamación.
—No me creo que una chica tan guapa no tenga planes –mi sonrojo fue evidente. ¿Cómo había dicho semejante cosa delante de un desconocido?
—Sí claro, perdona pero me tengo que ir –por un instante nuestras miradas se detuvieron. Nuestros ojos se inspeccionaban con calma y serenidad.
—Me gustaría verte otra vez –las palabras se clavaron en mi mente como dardos. Le miré con sorpresa. No era más que una maniática y ese hombre quería verme de nuevo.
—Eh… Yo…
—Vaya, te he dejado sin palabras –él me miraba esperando una respuesta.
—Touché. No me lo esperaba.
—Bien, pues… Te acompaño a tu casa… Si quieres –sonreí porque ahora era él quien se había quedado sin palabras. Le tendí la planta y como buen caballero me la llevó. Mientras, nuestras voces se unían al clamor del mundo entero y en un momento nos contamos muchas cosas.
Este chico iba a salir corriendo en cuanto se diera cuenta de todas las manías que tenía. Al entrar, dejó la planta a un lado. Me quité los zapatos y me puse las pantuflas que descansaban en el suelo. Miré a aquel hombre que me había seguido.
—No me gusta caminar por la casa con los zapatos de la calle, puedes ir descalzo si lo prefieres pues no tengo nada de ese número –me miró sorprendido y vi cómo se desataba las deportivas y las dejaba al lado de mis zapatos. La diferencia de tamaño era clara, me sorprendí.
—¿Qué número calzas? –él sonrió y de nuevo esa sonrisa me pareció que le daba un vuelco a mi corazón.
—El cuarenta y seis –silbé. Ahora la carcajada de él resonó por todo el piso—. Te das cuenta de que llevamos más de media hora hablando y no sabemos cómo nos llamamos.
—Es verdad, no me había dado cuenta –estaba tan cómoda con él que no se había dado cuenta de eso—. Bueno, me llamo María.
—Yo me llamo Adrián. ¿Qué hacemos ahora? –por primera vez en mi vida decidí arriesgarme y ser valiente.
—¿Te apetece cenar conmigo? –me di cuenta de que su mirada se velaba y sus ojos ardían cargados de… ¿Deseo?
—Nada me gustaría más. Además me tienes que contar más sobre esas manías. Hasta ahora las dos que he visto me han gustado.
¿Podría ser verdad lo que decía? Caminaba por mi casa descalzo y contando cosas sobre su vida. Había ido a la tienda a comprar una bombilla para su árbol, y en vez de eso me había encontrado a mí.
De ese día ha pasado un año. La planta que tengo sobre el mueble de la entrada está preciosa y me ha durado nada más y nada menos que un año. Nunca me lo habría creído. Además de la planta, tengo junto a mí a Adrián. Sí. Él está conmigo. Aguantó cada una de mis manías con una sonrisa y un beso.
Decía siempre que el día que me conoció había encontrado, según él, a su flor de navidad.

FIN

***

Espero que os haya gustado. Espero comentarios. Besos y felices fiestas.



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