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Channel: Raquel Campos
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EJERCICIO ADICTOS- EL HALCÓN MALDITO

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Hola a tod@s, hoy os dejo un ejercicio del grupo de adictos. Este mes el tema era: Misión sobrevivir. En el había que narrar la supervivencia a algún tipo de maldición, problema, etc. Espero que os guste.


EL HALCÓN MALDITO

Casandra nunca se había parado a pensar que lo que iba a hacer era una auténtica locura, pero no lo admitiría ni se dejaría intimidar por los que consideraba sus amigos.
La mansión se alzaba ante ella, lúgubre, inhóspita y triste. Multitud de leyendas se contaban sobre la casa y quiénes habitaron en ella, pero no sabía que creer y que no. Nunca había creído en historias fantásticas. Pero ahora estaba a punto de comprobar si una de ellas lo era.
Caminó hasta la valla que circundaba la gran casa. Un cartel cubría el dintel de la puerta de hierro. Leyó las palabras que allí había escritas y sintió como un escalofrío le recorría todo el cuerpo:
“Esta mansión está maldita desde hace dos siglos. Sus habitantes fueron perversos y endemoniados. Sus almas habitan la casa, incapaces de buscar un perdón”.
Empujó la valla sin dudar, si lo hacía corría el peligro de salir de allí corriendo y no quería ser el hazmerreír del instituto. Una repentina ventisca le despeinó el cabello, y cesó en cuanto la cancela se cerró a su paso. Hasta la entrada de la casa había un camino circundado por unos arbustos altos, frondosos y negros como la noche, iluminó a sus copas con la linterna y no las distinguió. Llegó al gran portón de entrada. Rozó con sus dedos el halcón que servía de aldaba, y sintió un pánico repentino. Dudaba si seguir adelante o no con esa loca aventura.
Sin saber cómo, la gran puerta se abrió y una oscuridad casi palpable la abrazó de lleno. El haz de luz de su linterna rompió la negrura que allí reinaba. Un glamuroso hall se iba descubriendo a cada paso de la linterna, dejando ver nuevas maravillas. Al alumbrar a la inmensa lámpara de araña que cubría el techo, una luminosidad brilló en todo su esplendor y todo quedó iluminado por una suave luz que no se sabía de dónde venía.
Así pudo ver la escalera tan hermosa que subía hasta el primer piso. Era como las que salían en las mansiones de las películas. Nunca se habría imaginado que el interior de esa casona fuera tan precioso. Se adelantó para poner un pie sobre el primer peldaño y colocó su mano sobre la fría madera del pasamanos. Conforme fue ascendiendo, se maravilló de los retratos que poblaban las paredes.
Eran todos de época, damas engalanadas con preciosos vestidos y peinados elaborados y hombre con chalecos y corbatas anchas. De pronto, uno le cautivó tanto que tuvo que pararse para poder admirarlo con calma. Este hombre no se parecía a los otros, solo llevaba una camisa blanca, un pantalón negro ajustado y unas botas altas; parecía un traje de montar y por su pelo alborotado, parecía que había cabalgado hacía poco. Era un hombre atractivo, pero fue su rostro, anguloso y cincelado, y en especial sus ojos verdes los que la cautivaron. De pronto un rayo resonó. Frunció el ceño desconcertada, no se había dado cuenta de que el tiempo había empeorado tanto.
Una luz empezó a iluminar el rostro del hombre, así pudo darse cuenta de la inscripción que había en la parte de abajo:
“Todo aquel que ose perturbar el alma de este desgraciado, sufrirá lo indecible”
Frederick Morsen, Duque de Guy, el halcón negro.
El pelo se le erizó ante una nueva ráfaga de aire, los pelos se le pusieron de punta mientras se giraba para comprobar que el guapo y sexy lord estaba frente a ella mirándola con una intensidad abrumadora. Dio un respingo en el que perdió la estabilidad y cayó al suelo, creía que iba a caer rodando por las escaleras, pero una fuerza desconocida la había sostenido.
-No tienes escape…
Bajó los escalones de dos en dos y cuando llegó abajo, cogió el pomo de la puerta, pero no se abría. ¡Estaba presa en esa mansión con un…fantasma!
-¿Quién eres?
-Vaya, creí que lo sabías. Tu deseo me ha despertado –esa voz petulante la molestó. Era verdad que había sentido algo al ver ese rostro, pero de ahí a…
-No he hecho nada raro. Me quiero ir –el movió el dedo negando.
-Eso no puede ser. Eres la elegida para romper la maldición que me ancla a esta vida.
-¿Quieres decir que puedes dejar de ser fantasma?
-Eso creo. No sé muy bien que es lo que sucederá, pero…mi alma será libre de nuevo.
-¿Y si me niego?
-Creo que no lo entiendes. No tienes elección.
-¿Qué se supone que tengo que hacer?
-Sobrevivir al miedo y a las alucinaciones –ella volvió a temblar de miedo-. Debes escoger si merezco el perdón o no.
Una suave niebla se posó en torno a ella y cuando se quiso dar cuenta estaba en el mismo lugar, pero todo estaba distinto. Las personas de su alrededor vestían como en los cuadros que había visto en las paredes de la escalera. La música sonaba y las parejas bailaban. Se fijó en una de ellas, el hombre que sujetaba a la dama era…¡el fantasma!
Bailaban en torno al salón y de una forma maravillosa. De pronto, una dama entró corriendo al salón gritando que la había seducido para abandonarla después. Todo se volvió confuso y la neblina volvió a posarse sobre ella.
Cuando sus ojos enfocaron luz de nuevo, se dio cuenta de que se encontraba en un tocador de mujeres. Frente al espejo había dos damas. Una era la que bailaba con Frederick y la otra la que había entrado gritando. Ambas reían con crueldad.
-Ahora sí que es mío.
-Serás la duquesa más rica de la ciudad…-reían sin parar… ¡le habían tendido una trampa!
Todo desapareció de nuevo. El fresco le produjo un escalofrío, sus ojos observaron el verdor del campo, era temprano, pues el rocío todavía caía húmedo sobre la tierra. Un sonido retumbó sobre ese perfecto silencio. A poco pasos de ella, un cuerpo cayó sin vida a ese verdor. Sintió frío…al ver los ojos verdes sin vida.
Estaba viviendo una auténtica locura. Parecía estar viviendo los recuerdos o más bien la vida de ese hombre. Chilló de forma inaudible, no podía más y cuando se dio cuenta estaba de nuevo junto al fantasma.
- ¡Estás bien? Te oí gritar –ella se levantó con dificultad y sonrió.
-¿Se ha acabado? –él negó. No sabía lo que le estaba pasando ni lo que estaba viendo, pero sabía y sentía que le estaba afectando.
La niebla la cubrió de nuevo y esta vez fue testigo de la niñez envuelta en soledad, de la juventud alocada y de la madurez…todo perdido.
-¡Basta! Este hombre es inocente –tras sus palabras algo cambió. El frío se volvió palpable y el olor a humedad se instaló en sus fosas nasales de forma penetrante. Estaba a los pies de la escalera. Buscó a ambos lados al fantasma.
-¿Frederick? –no entendía qué había pasado. Tan solo sabía que había sobrevivido a esa gran prueba y que el alma de él era libre. De pronto se dio cuenta de que nunca volvería a ver esos ojos verdes que la habían cautivado-. ¿Por qué yo?
En lo alto de la escalera se volvió a formar una especie de neblina. Si no le engañaba la vista, era donde estaba el cuadro de él. Se pellizcó, ya no estaba segura de estar teniendo una pesadilla, pero nada pasó y le dolió. Era todo tan real como que ella se encontraba allí.
Frederick sentía su dolor, ¿por él? Nunca nadie le había dado tanto a cambio de nada y esta extraña mujer lo había hecho. Ahora sentía su desesperación y cuando lanzó la pregunta al aire, notó como su corazón volvía a latir con fuerza. ¿Podría ser qué…
Desde lo alto de la escalera, una figura la miraba. Ahora sí que estaba loca de verdad. Hasta hacía un momento ese lugar había estado vacío. Abrió los ojos al darse cuenta de que era Frederick y la miraba sorprendido.
-¿Qué ha pasado? –Casandra subió los escalones hasta estar a su altura. Le miró, era igual que en el cuadro. ¡Por Dios era perfecto!
-Pensé que me lo ibas a explicar tú –él la miraba y de pronto lo entendió todo. La vida le había dado una segunda oportunidad o más bien la muerte, pues no tendría que haber muerto. ¿Volvía a vivir para estar con esa mujer de mirada dorada? Se acercó hasta ella, comprobando que su cercanía la ponía nerviosa. Sonrió para sí mismo. Esa mujer estaba prendada con él y le pasaba lo mismo a él desde que había intercambiado la primera palabra con ella.
-Me parece que la vida me ha dado una nueva oportunidad. ¿Me ayudarás a volver a vivir?
La pregunta le pilló de sopetón, pero sonrió. Nada le apetecía más que conocer a ese hombre que le había cautivado con su imagen. Tenía mucha vida por delante y debían aprovecharla.

*****

Espero que paséis un feliz domingo!!!!


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